Vidas
inventadas.
Cada anochecer sucumbo a la muerte. Agonizo
abatida y taciturna ante la inevitable visita de los fantasmas de papel. Y la
presiento cerca porque en la hora del ángelus los cuervos vienen para comer de
mi cuerpo inerte y los buitres se congregan para arrastrar el despojo de mi
carne ya roída, preparados para disputársela como si les perteneciera, antes siquiera
de esperar a que se pudra. Desde hace algunos inviernos, demasiados, habito entre
los mezquinos recuerdos que no es capaz de llevarse consigo el olvido, a pesar
de sus credenciales y garantías de satisfacción, y lo hago en tierras de
soledad y escarcha. En tierras de nadie. En medio de una nada inhóspita que me
engulle entre sus fauces de miseria sin mostrar piedad.
Mis entrañas hoy han hablado de
poesías desgastadas y noches sin luna. Han hablado de ti. He visto desmenuzarse
entre ellas versos sifilíticos bajo las sombras anónimas de mi cuerpo mortecino,
envuelto en la acción corrosiva de tus manos. Aquellas a las que me hice
adicta. Aquellas que me tatuaban caricias sobre la piel hasta hacerme sangrar. Muerta,
no me importarán demasiado. Mi corazón es torpe, pero nunca se equivoca ni se
prostituye.
Hay algo extraño en tu forma de
mirarme. Tan díscola y disociativa de la mía. Tan excepcional y tenebroso como
la imagen onírica que presentan los mausoleos destrozados de un cementerio
abandonado de Viena, en mitad de una Europa desolada y añeja. Cansada de Habsburgos y de Shakespeares. Marginada del mundo real. Bien pensado, quizá sólo crea
morir, y en verdad sea una cínica certeza que renazca entre noches de silencio y
ceniza cada vez que prescindes de mis labios. Cuando el cielo se parte en el
interior de tus pupilas y el infierno asoma por la dilatación de las mías,
buscando desesperadamente un orgasmo en la exhibición fonética de las palabras,
y tú, eyacular en el Apocalipsis.
Hacía épocas que no desenterraba el
emblema de tu imagen monolítica, la bandera izada de tu inanimado género, supongo
que por una de esas negligencias de la memoria. Esta madrugada de tormenta
entre las uñas, he arañado el sueño para salvarme, y entre sus jirones he
vuelto a respirar la sangre negra que mana franca de mis heridas, inundándolo
todo, anegándome. Su olor a metal me corrompe hasta la náusea, y despedaza sin misericordia
la imperturbabilidad que me impuse hace tiempo en tu honor. Me desquicia esa
falta de afinidad con la melancolía, que me involucra involuntariamente a
seguir evocándote con la rabia contenida en los dientes.
Caigo porfiadamente en sustantivos
exasperantes, adjetivos ilógicos y adverbios en tonos amplificados de absurdez,
que se adhieren a la lengua como un veneno; intransigente y letal. Y todo esto
lo recito con los labios cosidos en la ausencia y los ojos deshilachados por la
tristeza, mientras me extingo sobre la cama desecha, sin el auxilio
cardiorespiratorio de tu aliento. Sin pretenderlo, el dolor se ha vuelto una
sustancia líquida a merced de tu silencio, y salpica con gotas de decadencia el
agujero que guardará mis huesos, el que será mi tumba. Mi dulce hogar durante
la eternidad infinita que he de pasar sin tus caricias, incrustado a golpes en los
restos de un Edén artificial que reinventaste para mí. Despojos de un paraíso opalescente
y cruel donde me dejaste sin más.
Y en el hastío indeterminado de la
noche, he buscado viejas historias que recordar, recomponiendo sus millones de
pedazos bajo una locura inspiradora y un sentimiento retroactivo, para que la
agonía me haga desear aún más esta muerte, apenas intuida como un rumor
maldiciente, pero que anhelo. Ésta misma que cada anochecer me hace resurgir
para buscarte a lo lejos de un horizonte lunar que no alcanzaré nunca a tocar. Abriendo
cicatrices a través de un soliloquio estúpido con trazas peligrosas de delirio,
que se resiste a abandonarme si no estás. Prisionero de un cielo que ya no
existe, mientras empiezan a quemar en el paladar las palabras que nunca dije.
Y sólo quedan las horas de pasión sobre
la piel, el abatimiento en el alma. Inevitable su devenir como la muerte;
honesta y ecuánime con el ser humano, y conmigo, porque no existe indulgencia alguna
a pesar de que la aprecio. En el desatinado de estas horas colgantes y anémicas,
donde el silencio me da la espalda, me repliego en mis entrañas de nuevo,
acorazando los sentimientos expuestos al desastre. Dios es macabro a veces.
Regalo mis letras a quien las quiera.
..... se lo que es sentirse así
ResponderEliminarMe encanta como escribes
Besos
Señorita Rosa de Terciopelo, a mí me encanta verla por aquí. ;). Sabe que es bienvenida.
EliminarSí, desgraciadamente todos nos hemos sentido así alguna vez. Pero la noche siempre pare un nuevo día. Con luz, con alegría. Repleto de VIDA, esa que nos queda aún por vivir.
¡Besos!
He visitado ese lugar; no sé cuantas veces me he encontrado de repente, paseando por esa sombría y fría tierra de nadie.
ResponderEliminarPresume su paisaje oscuro, y la fúnebre calma, que a veces, es tan necesaria para reestructurarnos. He llegado a pensar en algún momento que era mi lugar, al menos, era el singular espacio que yo misma buscaba, eso me reconfortaba, pues a pesar de su manto inhóspito, era mi elección, a veces acertada, otras no, pero la mía, y aunque pasara frío, me servía…
“Mi corazón es torpe, pero nunca se equivoca ni se prostituye”
Qué gran frase mi querido ángel, qué identificada me siento contigo y con ella.-No lo es, no es torpe, es grande y fiel a sus sentires, eres maravillosa-
Alcanzarás ese horizonte lunar, no me cabe duda, y estaré esperando para ver cómo lo haces.
Todo llega, casi todo pasa, quedan, las huellas de fuego de un incendio que el alba, en algún momento con su preciado rocío, apagará o al menos, apaciguará…
Tu pluma es maravillosa, la belleza hasta en la noche; la luna llena...
Mi beso y un tierno abrazo, mi querida niña, estoy como sé que tú estás, siempre…
Mi querida tenessa{A}, son Vidas Inventadas a través de una pluma que habita en tierra de nadie, que no tiene Dueño. Liberando versos atorados en la garganta. Mis dedos dan rienda suelta a las palabras. Atrevidas que son mis manos. La respiración se hace más profunda cuando hay ángeles a tu lado...
EliminarDe la misma manera que yo sé, tú sabes...
Un beso, mi niña. :)
GRACIAS POR REGALARNOS TUS LETRAS,,, AUNQUE DESPRENDEN DOLOR Y TRISTEZA,,, Y ES QUE LOS DIOSES JUEGAN A UN JUEGO MUY MACABRO CON LA RAZA HUMANA.
ResponderEliminarUN BESAZO ANKARA!!!
Señor LORD SHADOW, mis letras están circunscritas al hedonismo, motivo por el que las regalo. Al final no sé si es la generosidad lo que me mueve :P.
ResponderEliminarDios es macabro, sí. Tanto o más que el Diablo.
Un placer, verlo por aquí.
Un saludo.