martes, 4 de junio de 2013

Entelequias.


Vidas inventadas.


Cada anochecer sucumbo a la muerte. Agonizo abatida y taciturna ante la inevitable visita de los fantasmas de papel. Y la presiento cerca porque en la hora del ángelus los cuervos vienen para comer de mi cuerpo inerte y los buitres se congregan para arrastrar el despojo de mi carne ya roída, preparados para disputársela como si les perteneciera, antes siquiera de esperar a que se pudra. Desde hace algunos inviernos, demasiados, habito entre los mezquinos recuerdos que no es capaz de llevarse consigo el olvido, a pesar de sus credenciales y garantías de satisfacción, y lo hago en tierras de soledad y escarcha. En tierras de nadie. En medio de una nada inhóspita que me engulle entre sus fauces de miseria sin mostrar piedad.

Mis entrañas hoy han hablado de poesías desgastadas y noches sin luna. Han hablado de ti. He visto desmenuzarse entre ellas versos sifilíticos bajo las sombras anónimas de mi cuerpo mortecino, envuelto en la acción corrosiva de tus manos. Aquellas a las que me hice adicta. Aquellas que me tatuaban caricias sobre la piel hasta hacerme sangrar. Muerta, no me importarán demasiado. Mi corazón es torpe, pero nunca se equivoca ni se prostituye.

Hay algo extraño en tu forma de mirarme. Tan díscola y disociativa de la mía. Tan excepcional y tenebroso como la imagen onírica que presentan los mausoleos destrozados de un cementerio abandonado de Viena, en mitad de una Europa desolada y añeja. Cansada de Habsburgos y de Shakespeares. Marginada del mundo real. Bien pensado, quizá sólo crea morir, y en verdad sea una cínica certeza que renazca entre noches de silencio y ceniza cada vez que prescindes de mis labios. Cuando el cielo se parte en el interior de tus pupilas y el infierno asoma por la dilatación de las mías, buscando desesperadamente un orgasmo en la exhibición fonética de las palabras, y tú, eyacular en el Apocalipsis.

Hacía épocas que no desenterraba el emblema de tu imagen monolítica, la bandera izada de tu inanimado género, supongo que por una de esas negligencias de la memoria. Esta madrugada de tormenta entre las uñas, he arañado el sueño para salvarme, y entre sus jirones he vuelto a respirar la sangre negra que mana franca de mis heridas, inundándolo todo, anegándome. Su olor a metal me corrompe hasta la náusea, y despedaza sin misericordia la imperturbabilidad que me impuse hace tiempo en tu honor. Me desquicia esa falta de afinidad con la melancolía, que me involucra involuntariamente a seguir evocándote con la rabia contenida en los dientes.  

Caigo porfiadamente en sustantivos exasperantes, adjetivos ilógicos y adverbios en tonos amplificados de absurdez, que se adhieren a la lengua como un veneno; intransigente y letal. Y todo esto lo recito con los labios cosidos en la ausencia y los ojos deshilachados por la tristeza, mientras me extingo sobre la cama desecha, sin el auxilio cardiorespiratorio de tu aliento. Sin pretenderlo, el dolor se ha vuelto una sustancia líquida a merced de tu silencio, y salpica con gotas de decadencia el agujero que guardará mis huesos, el que será mi tumba. Mi dulce hogar durante la eternidad infinita que he de pasar sin tus caricias, incrustado a golpes en los restos de un Edén artificial que reinventaste para mí. Despojos de un paraíso opalescente y cruel donde me dejaste sin más.

Y en el hastío indeterminado de la noche, he buscado viejas historias que recordar, recomponiendo sus millones de pedazos bajo una locura inspiradora y un sentimiento retroactivo, para que la agonía me haga desear aún más esta muerte, apenas intuida como un rumor maldiciente, pero que anhelo. Ésta misma que cada anochecer me hace resurgir para buscarte a lo lejos de un horizonte lunar que no alcanzaré nunca a tocar. Abriendo cicatrices a través de un soliloquio estúpido con trazas peligrosas de delirio, que se resiste a abandonarme si no estás. Prisionero de un cielo que ya no existe, mientras empiezan a quemar en el paladar las palabras que nunca dije.  

Y sólo quedan las horas de pasión sobre la piel, el abatimiento en el alma. Inevitable su devenir como la muerte; honesta y ecuánime con el ser humano, y conmigo, porque no existe indulgencia alguna a pesar de que la aprecio. En el desatinado de estas horas colgantes y anémicas, donde el silencio me da la espalda, me repliego en mis entrañas de nuevo, acorazando los sentimientos expuestos al desastre.  Dios es macabro a veces.


Regalo mis letras a quien las quiera.


6 comentarios:

  1. ..... se lo que es sentirse así
    Me encanta como escribes
    Besos

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    1. Señorita Rosa de Terciopelo, a mí me encanta verla por aquí. ;). Sabe que es bienvenida.
      Sí, desgraciadamente todos nos hemos sentido así alguna vez. Pero la noche siempre pare un nuevo día. Con luz, con alegría. Repleto de VIDA, esa que nos queda aún por vivir.

      ¡Besos!

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  2. He visitado ese lugar; no sé cuantas veces me he encontrado de repente, paseando por esa sombría y fría tierra de nadie.
    Presume su paisaje oscuro, y la fúnebre calma, que a veces, es tan necesaria para reestructurarnos. He llegado a pensar en algún momento que era mi lugar, al menos, era el singular espacio que yo misma buscaba, eso me reconfortaba, pues a pesar de su manto inhóspito, era mi elección, a veces acertada, otras no, pero la mía, y aunque pasara frío, me servía…
    “Mi corazón es torpe, pero nunca se equivoca ni se prostituye”
    Qué gran frase mi querido ángel, qué identificada me siento contigo y con ella.-No lo es, no es torpe, es grande y fiel a sus sentires, eres maravillosa-
    Alcanzarás ese horizonte lunar, no me cabe duda, y estaré esperando para ver cómo lo haces.
    Todo llega, casi todo pasa, quedan, las huellas de fuego de un incendio que el alba, en algún momento con su preciado rocío, apagará o al menos, apaciguará…
    Tu pluma es maravillosa, la belleza hasta en la noche; la luna llena...
    Mi beso y un tierno abrazo, mi querida niña, estoy como sé que tú estás, siempre…

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    1. Mi querida tenessa{A}, son Vidas Inventadas a través de una pluma que habita en tierra de nadie, que no tiene Dueño. Liberando versos atorados en la garganta. Mis dedos dan rienda suelta a las palabras. Atrevidas que son mis manos. La respiración se hace más profunda cuando hay ángeles a tu lado...
      De la misma manera que yo sé, tú sabes...

      Un beso, mi niña. :)

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  3. GRACIAS POR REGALARNOS TUS LETRAS,,, AUNQUE DESPRENDEN DOLOR Y TRISTEZA,,, Y ES QUE LOS DIOSES JUEGAN A UN JUEGO MUY MACABRO CON LA RAZA HUMANA.
    UN BESAZO ANKARA!!!

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  4. Señor LORD SHADOW, mis letras están circunscritas al hedonismo, motivo por el que las regalo. Al final no sé si es la generosidad lo que me mueve :P.
    Dios es macabro, sí. Tanto o más que el Diablo.

    Un placer, verlo por aquí.
    Un saludo.

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